Gion Koishi 祇園小石
La pastelería con hielo
Cuando el calor japonés te empieza a enloquecer, el hielo picado de Gion Koishi te puede salvar la vida.
Entrar a una pastelería japonesa con la idea de comerse un dulce al estilo occidental, con rellenos de cremas bien dulces (a veces demasiado dulces), puede llevar a una decepción. La idea que los japoneses tienen de las tartas y dulces no se centra en el azúcar (la cual por mucho tiempo fue un lujo pues era importada) sino, como en el resto de su gastronomía, el centro es la estética. Además, los postres (wagashi) están hechos principalmente de arroz y pasta de judías rojas que dejan un sabor único y natural. Como muchas otras cosas de Japón, los dulces son de una gran simplicidad, pero no hay que subestimarlos. El primer bocado es una sorpresa para el paladar y poco a poco las papilas se acostumbran a esta nueva experiencia sensorial.
El hielo picado de sabores (kakigori) con jarabe de té verde o con azúcar morena de Okinawa, o Kokuto, la especialidad de la casa, se sirven hasta el final del verano. Pero el creador de estas golosinas guarda otros tesoros para el resto del año, como por ejemplo los warabimochi, bocados gelatinosos hechos de harina de warabiko (raíz de helecho), salpicados de kinako, polvo de soja tostada. Si a esto se le añade leche de soja termina siendo muy saciante, pues a pesar de que son pequeños, los warabimochi son sustanciosos.
La visita al Gion Koishi es un verdadero viaje para tus sentidos y sin lugar a dudas vale la pena hacer la fila de media hora para entrar a la sala de degustación.