Saigō Takamori: el héroe por excelencia de la historia moderna de Japón
Saigō Takamori fue uno de los samuráis más influyentes de la historia de Japón y un líder clave de la Restauración Meiji. A pesar de su estatus legendario, su papel en la Restauración condujo al declive de la clase samurai. Su vida estuvo marcada por las contradicciones, desde apoyar la modernización hasta liderar una rebelión contra el gobierno Meiji.
Vida temprana y ascenso a la fama
Nacido en 1828 en Kagoshima, dominio de Satsuma, en el seno de una familia de samuráis de bajo rango, Saigō se distinguió por su impresionante físico, sus virtudes samuráis y su capacidad para atraer seguidores. Llegó a ser comandante de las fuerzas de Satsuma en Kioto y una persona clave en la toma de decisiones en su dominio.
Saigō organizó la rendición del dominio Chōshū al shogunato en 1864-65 y negoció la alianza secreta Satsuma-Chōshū en 1866 por mediación de Sakamoto Ryoma. También trabajó en secreto para forzar la dimisión del shogun en 1867, allanando el camino para la restauración del gobierno imperial.
Saigo Takamori
Papel en la Restauración Meiji
Saigō dirigió el golpe de estado de enero de 1868 que inauguró la era Meiji. Dirigió la campaña contra los partidarios del shogunato, asegurando la supremacía de la corte imperial. En un famoso episodio, Saigō y Thomas Glover negociaron la rendición incruenta del castillo de Edo del funcionario shogunal Katsu Kaishū en abril de 1868.
Como miembro de alto rango del nuevo gobierno, Saigō fue esencial para abolir el sistema han y establecer un ejército de reclutas. Sin embargo, empezó a preocuparle que Japón estuviera perdiendo su espíritu samurái en medio de la rápida modernización y occidentalización.
Participación reacia en el gobierno Meiji
A pesar de recibir los más altos honores por su papel en la restauración, Saigō se retiró inicialmente a Satsuma. Persuadido para unirse al gobierno en 1871, asumió el mando de la Guardia Imperial. Saigō apoyó la abolición del sistema han y la introducción del servicio militar obligatorio, aunque a regañadientes.
Como jefe de los 10.000 efectivos de la Guardia Imperial, Saigō proporcionó el respaldo militar que permitió al gobierno eliminar los dominios y la oposición potencial a finales de 1871. Sin embargo, se negó a apoyar públicamente el servicio militar obligatorio, lo que quizá indicaba sus crecientes reservas sobre la dirección del nuevo Japón.
Pintura de Saigo Takamori en uniforme militar occidental con uno de sus perros favoritos
El debate sobre Corea y la dimisión de Saigō
En 1873, Saigō abogó por la guerra con Corea para castigar su actitud insultante y revigorizar a la clase samurái. Incluso propuso un plan extraordinario para provocar su propio asesinato en Corea con el fin de justificar la declaración de guerra. Cuando se canceló el plan, Saigō dimitió de todos sus cargos en señal de protesta, creando una división irreparable en el liderazgo de la nación.
De regreso a Kagoshima, Saigō abrió una escuela privada que hacía hincapié en el entrenamiento militar y que atrajo a miles de antiguos samuráis descontentos. La creciente influencia de la escuela de Saigō y sus partidarios en la administración local preocupó profundamente al gobierno Meiji.
La rebelión de Satsuma y la muerte de Saigō
En enero de 1877, los discípulos de Saigō atacaron el arsenal de Kagoshima, desencadenando la Rebelión de Satsuma. Saigō aceptó a regañadientes encabezar a los rebeldes en una marcha hacia Tokio para pedir respuestas al gobierno. Enfrentados al Ejército Imperial Japonés, los rebeldes libraron feroces batallas en el castillo de Kumamoto y en Tabaruzaka.
Finalmente se vieron obligados a retirarse a Kagoshima, pero Saigō y los pocos cientos de samuráis que les quedaban hicieron una última resistencia en la colina de Shiroyama. Gravemente herido, Saigō cometió seppuku o fue decapitado por un seguidor para preservar su honor de samurai. La derrota de la rebelión asestó un golpe definitivo a la clase samurái.
Estatua de Saigo Takamori, Ciudad de Kagoshima, Kyushu, Japón
Estatus legendario y legado
Aunque fue denunciado como rebelde y traidor, la fama de Saigō no pudo ser sometida. Surgieron leyendas que negaban su muerte, e incapaz de superar el afecto del pueblo por este dechado de virtudes samuráis, el gobierno le indultó póstumamente en 1889. Una famosa estatua de bronce en el Parque Ueno de Tokio representa a Saigō en atuendo de caza con su perro.
Saigō Takamori encarnó la turbulenta transición del Japón feudal al moderno. Líder clave de la Restauración Meiji, su rebelión final puso de relieve las contradicciones y los costes humanos de los rápidos cambios. Su vida y su muerte han inspirado numerosas representaciones artísticas, incluida la película de Hollywood de 2003 El último samurái, en la que Saigō fue el modelo para el personaje de Ken Watanabe. Para conocer mejor este periodo crucial, consulta nuestra selección de libros sobre la historia de Japón.
Estatua de Saigo Takamori, Parque de Ueno, Tokio, Japón