El templo Gotoku-ji 豪徳寺
El gato con deseos de oro
El centro de Tokio se aleja y el cielo se agranda. Las casas van reemplazando los grandes edificios y el tren de los suburbios lentamente se va quedando sin pasajeros. Es aquí, en la zona lejana de Setagaya, que nació el manekineko, uno de los íconos de la cultura japonesa.
Probablemente ya lo has visto en un restaurante chino o en una tienda de sushi. Su nombre es literalmente, el gato (neko) que invita (maneki), y se supone que atrae fortuna y prosperidad. Según la leyenda, el templo budista Gotoku-ji es el lugar de nacimiento de esta estrella presente en muchos negocios de comida.
La pata alzada
Hace varios siglos, un monje vivía en gran miseria, pero se negaba a separarse de su gato, con quien compartía sus escasas comidas. Una noche de tormenta el anciano estaba orando mientras su compañero se lavaba en el umbral de la casa. Un rico señor vino a buscar refugio bajo un gran pino cerca de su morada.
Atraído por la luz de la casa, la mirada del señor se fijó sobre el gato que estaba muy ocupado frotando su pata sobre la oreja. Pensando que el gato le estaba haciendo señales para que entrara, el hombre se acercó al animal. Apenas había puesto un pie en el casa, un rayo cayó sobre el pino reduciéndolo a cenizas. Agradecido, el noble le dio parte de su fortuna al monje y así fue fundado el Gotoku-ji.
Hoy en día, el culto a los manekineko casi ha desaparecido. El templo es un complejo bastante grande y las famosas estatuillas felinas se concentran en un solo altar. Sin embargo, la gente sigue peregrinando al templo, con la esperanza de hacerse ricos milagrosamente.