Nara Koen 奈良公園
Los ciervos de Nara
¿Es el parque el que bordea la ciudad o la ciudad la que bordea el parque? Nara, la misteriosa, no hace nada como las demás ciudades. 525 hectáreas de vegetación dominan la parte oriental de la antigua capital.
En medio de toda esta vegetación está el Museo Nacional de Nara y su excepcional colección de arte budista, el estanque de un centenar de leyendas, el Sarusawa-ike, y el imponente Kofukuji y su Museo del Tesoro Nacional.
Las elegantes colinas boscosas y el césped bien cuidado paracen extenderse hasta el infinito. ¿El secreto para mantenerse así? Sus muy especiales "jardineros". Así como la plaza de San Marcos en Venecia tiene sus palomas, Nara tiene su ciervos. Una manada de ciervos se encarga frenéticamente de mantener tanto el césped como la atención de los turistas.
Pero no hay que tomarse estos animales a la ligera. En la religión Shinto ellos son considerados mensajeros de los dioses y matarlos fue castigado con la pena de muerte hasta 1637. La cantidad de ciervos disminuyó drásticamente durante la Segunda Guerra Mundial. Estos animales sagrados fueron incluso despojados de su condición divina al final de la guerra.
Pero esos años de infamia ya pasaron. La manada ha regresado impetuosamente con más de doscientos mil ciervos. Estos animales son extremadamente dóciles, así que antes de que te dirijas a contemplar el imponente gran Buda de Todaiji, ¿por qué no comprar un shika-sembei? Estas golosinas están diseñadas especialmente para estos animales y se venden por 150 yenes en muchas tiendas por todo el parque.