El Monte Unzen 雲仙岳
Subir al infierno
Senderismo y aguas termales están en la agenda de este volcán que domina la península de Shimabara.
El Monte Unzen antes de ser un sitio privilegiado para el senderismo, es un asesino peligroso. Como ha sido el escenario de muchas erupciones en las últimas décadas hay que admirar sus encantos con una mirada cautelosa. Cerca de la ciudad de Shimabara hay un museo que se dedica a mostrar sus fechorías.
Belleza y peligro
Durante más de 300 años el área alrededor del Monte Unzen ha sido visitada por sus aguas termales naturales. También fue una de las zonas codiciadas por los primeros visitantes extranjeros a Japón y popularizada por muchas obras que exaltaban las maravillas del lugar. Esto fue antes de que aquí los cristianos fueran martirizados y arrojados directamente al fuego.
Eso no impidió que el volcán fuera reconocido por su belleza natural, al igual que las islas Amakusa (suroeste de Kumamoto) uno de los mayores parques naturales en Japón. La subida al volcán está marcada por los brillantes colores de las azaleas rosadas que salpican las laderas y zonas verdes que tapizan sus pendientes. La paleta cambia de colores en el otoño que aquí llega un poco más tarde que en el resto de Japón (finales de noviembre).
Caminar luego relajarse
Los excursionistas normalmente parten del teleférico de Unzen. Las rutas de senderismo, están señalizadas y son seguras (hay refugios en caso de peligro) y ofrecen varios puntos de observación hacia los tres picos de Fugen-dake (1359 metros), el Myoken-dake (1333 metros) y el Heisei Shinzan (1486 metros). Este último se erigió después de la oleada de erupciones y flujos de lava de los años 90, de allí su forma totalmente anárquica.
Al descender no te debes perder de las burbujeantes aguas del Onsen Unzen, un pueblo famoso por sus baños ricos en azufre y minerales. También puedes ir al lado de Shimabara, para salir de esta vista apocalíptica y pasar el resto del día en la playa.