Freeter en Japón: entre la libertad y la inseguridad
En Japón, el término "freeter" (フリーター) se refiere a los trabajadores precarios de entre 15 y 34 años que tienen un trabajo a tiempo parcial o temporal tras otro. Este estatus, que apareció por primera vez a finales de los años 80, afecta actualmente a más de 10 millones de personas. Los freeters libres simbolizan los excesos de un mercado laboral cada vez más dual y las dificultades de integración social de todo un sector de la juventud japonesa. Echamos un vistazo al mundo de estos "trabajadores libres" al margen de la sociedad japonesa.
¿Quiénes son los freeters japoneses? Perfil y motivaciones
La palabra "freeter" combina la palabra inglesa "free" y la alemana "arbeiter". Originalmente, en los años 80, se refería a los jóvenes que rechazaban voluntariamente el modelo tradicional de empleo de por vida para disfrutar de su libertad. Pero con el estallido de la burbuja económica en los años 90, el número de freeters explotó. De menos de 1 millón en 1990 a más de 4 millones en 2001. Muchos se convirtieron en freeters por necesidad, porque no podían encontrar un trabajo estable al terminar sus estudios.
Hoy, el 34,4% de los jóvenes de 15 a 34 años trabajan a tiempo parcial. La mayoría de los freeters son mujeres y jóvenes poco cualificados. Algunos eligen este estatus para perseguir sus sueños, como una carrera artística, o simplemente para disfrutar de la vida antes de comprometerse con una carrera. Pero para muchos, ser freeter es un estatus que tienen que soportar hasta que encuentren algo mejor. La mayoría aspira a un trabajo estable para poder formar una familia.
La precaria realidad de los freeters
A falta de seguridad laboral, los freeters pasan de un trabajo extraño a otro. Se encuentran sobre todo en los konbinis (minimercados 24 horas), la hostelería y la manutención. Con un salario medio de 139.000 yenes al mes en 2000 (unos 950 euros), les resulta difícil independizarse. Muchos siguen viviendo con sus padres, convirtiéndose en "parasaito shinguru" (solteros parasitarios).
Los empleos que desempeñan los freeters rara vez se declaran. No ofrecen cobertura sanitaria, ni cotizaciones para la jubilación, ni protección contra el desempleo. Las perspectivas de carrera son prácticamente inexistentes, ya que las empresas japonesas prefieren contratar a jóvenes recién licenciados. Los freeters de más de 30 años tienen muy pocas posibilidades de encontrar un empleo estable.
Los freeters, los parias de la sociedad japonesa
En la sociedad japonesa, donde el trabajo es un valor cardinal, los freeters están muy mal vistos. Se les considera perezosos y poco dispuestos a alinearse. Las empresas son reacias a contratarlos, por considerarlos poco fiables y mal formados. Esta discriminación complica su acceso a la vivienda y al crédito.
Al no poder permitirse fundar una familia, la mayoría de los freeters varones permanecen solteros. Un círculo vicioso que refuerza su aislamiento social. Cuantos menos lazos familiares tienen, más difícil les resulta entrar en el mundo laboral. El fenómeno afecta sobre todo a los jóvenes de clase trabajadora. Haber asistido a una universidad prestigiosa sigue siendo la mejor forma de conseguir un trabajo estable a través del muy codificado "shûkatsu" (proceso de contratación de jóvenes licenciados).
La juventud japonesa en busca de alternativas
Ante este callejón sin salida, algunos freeters se movilizan para defender sus derechos. En el distrito tokiota de Kōenji, un hervidero de la contracultura japonesa, el activista Hajime Matsumoto lanzó en 2001 "El Gran Tirachinas de los Pobres". El objetivo: reivindicar un modo de vida alternativo organizando banquetes callejeros, zonas libres, etc
El sindicato NEET (Not in Education, Employment or Training) de Kōenji también lucha contra la precariedad y el aislamiento exigiendo viviendas gratuitas. Algunos de ellos se encargan de "disfrutar de su pobreza" probando nuevas formas de convivencia, al margen de la sociedad de consumo. Una reacción a la imagen del salaryman que se agota en el trabajo, a veces hasta el punto de "karōshi" (muerte por exceso de trabajo).
¿Qué futuro tienen los freeters en Japón?
Aunque los freeters reciban ayuda ocasional para encontrar trabajo o formación, las medidas gubernamentales siguen siendo lamentablemente inadecuadas dada la magnitud del fenómeno. La razón: un mercado laboral cada vez más segmentado entre empleos estables e inseguros, reforzado por la crisis.
El problema de los freeters está estrechamente relacionado con el envejecimiento de la población japonesa. Cada vez más freeters cotizan poco o nada, lo que amenaza la viabilidad del sistema de pensiones de reparto. Como no fundan familias, también aceleran la caída de la tasa de natalidad. Un gran reto demográfico para Japón.
Para frenar el aumento de la precariedad laboral entre sus jóvenes, Japón debe replantearse a fondo su modelo social y su visión del trabajo. Esto significa mejorar los empleos no fijos (mejor remuneración, protección social) y flexibilizar la contratación. También corresponde a las empresas cambiar su mentalidad y ofrecer a los freeters una "segunda oportunidad". Una empresa enorme en un país que sigue muy apegado al mito del trabajo para toda la vida.