El caballo en Japón
El caballo ocupa un lugar especial en la cultura y la historia japonesas. Importado de Asia en el siglo IV, este emblemático animal ha tenido un profundo impacto en las tradiciones, creencias y prácticas del archipiélago japonés. Incluso hoy, el caballo sigue omnipresente en muchos aspectos de la sociedad japonesa, desde los rituales religiosos y los festivales tradicionales hasta la moderna industria ecuestre. Descubramos juntos el fascinante papel del caballo en Japón, desde los santuarios sintoístas hasta los hipódromos contemporáneos.
La historia del caballo en Japón
Los primeros caballos llegaron a Japón en el siglo IV, probablemente importados de Asia Central o de las estepas asiáticas. Estos equinos eran probablemente descendientes del hemione mongol, el Tarpan o caballo de Przewalski. Al principio, estos animales no fueron domesticados, pero fue entre los siglos III y IV a.C. cuando se estableció la cohabitación entre humanos y caballos.
Se cree que la introducción del caballo en Japón estuvo relacionada con la invasión de guerreros procedentes del norte, probablemente de Corea, que utilizaban estas monturas con fines militares. A lo largo de los siglos, el caballo se convirtió en parte integrante de la cultura japonesa, primero con fines bélicos y luego adquiriendo una dimensión religiosa. Ya en el siglo VIII, se menciona la presencia de caballos domesticados en el Kojiki, una recopilación que relata la génesis de Japón.
En la Edad Media, el uso de los caballos se diversificó, extendiéndose a la agricultura, la pesca y el transporte. No fue hasta la era Meiji (1868-1912) cuando la equitación se generalizó como actividad de ocio, aunque seguía estando reservada a cierta élite debido a su elevado coste.
El caballo en la cultura y las tradiciones japonesas
El caballo ocupa un lugar central en la cultura y las tradiciones japonesas, sobre todo en el sintoísmo, la religión autóctona de Japón. Considerado la montura sagrada de los kami (deidades japonesas), el caballo está en el centro de muchos rituales y creencias.
Durante el periodo Nara (710-794), se desarrolló la práctica del shinme. Consistía en ofrecer un caballo como ofrenda votiva a un santuario para que sirviera de montura divina. Algunos santuarios incluso exigían un caballo de un color específico dependiendo de la naturaleza de la plegaria. Por ejemplo, se ofrecía un caballo negro para rogar que lloviera, mientras que se ofrecía un caballo blanco para pedir el fin de las lluvias.
Con el tiempo, esta costosa práctica evolucionó. Los fieles empezaron a ofrecer representaciones de caballos en forma de esculturas o pinturas sobre placas de madera llamadas ema (literalmente "imágenes de caballos"). Esta tradición se extendió a otros temas a partir del periodo Muromachi.
En la actualidad, aunque son pocos los santuarios que mantienen viva la tradición de los caballos, algunos, como el Tôshô-gû de Nikko, siguen teniendo establos. Otros, como el famoso Itsukushima-jinja de Miyajima, exhiben caballos falsos como recuerdo de esta tradición.
Prácticas ecuestres tradicionales en Japón
La cultura ecuestre japonesa es rica en muchas prácticas heredadas de las artes militares y las tradiciones religiosas. Entre estas prácticas, el yabusame, una forma de tiro con arco a caballo, ocupa un lugar especial.
El yabusame es un antiguo arte marcial que combina la equitación y el tiro con arco. En esta espectacular disciplina, los arqueros, montados en caballos al galope, disparan flechas a las dianas. Esta práctica, que requiere gran destreza, se sigue practicando en ciertas festividades, sobre todo en el Tsurugaoka Hachiman-gû de Kamakura, cada septiembre.
Otra tradición ecuestre notable son las kurabe uma, carreras de caballos que existen desde el periodo Heian (794-1185). Estas carreras, que originalmente se celebraban en la corte imperial, ahora forman parte de ceremonias sintoístas, como las que se celebran en el santuario Kamigamo-jinja de Kioto cada 5 de mayo.
Entre las celebraciones ecuestres más pintorescas está el Chagu Chagu Umako, que se celebra cada segundo sábado de junio en el santuario de Morioka Hachiman-gû, en la prefectura de Iwate. Durante esta procesión de 15 kilómetros, caballos coloridamente enjaezados cruzan el campo al son de sus cascabeles, una tradición de 200 años que celebra el final de la temporada de siembra del arroz.
El caballo en el sintoísmo y los rituales religiosos
En el sintoísmo, el caballo ocupa un lugar especial como montura sagrada de los kami. Esta asociación entre los caballos y lo divino se refleja en numerosos rituales y tradiciones que siguen muy vivos hoy en día.
En el santuario Sumiyoshi Taisha de Osaka, la tradición Ao-uma shinji sostiene que ver un caballo blanco a principios de año protege contra los malos espíritus y trae longevidad. Del mismo modo, en el Gran Santuario de Ise, ver un caballo sagrado conducido por un sacerdote a primera hora de la mañana de un día con el número 1 se considera un presagio de buena fortuna.
Los uma dashi matsuri, festivales en los que el caballo sirve de montura a los kami, se siguen practicando hoy en día. Durante estas ceremonias, se coloca al caballo una montura especial y un gohei (un palo decorado con tiras de papel blanco). Los jóvenes sujetan firmemente las riendas del animal para permitir que el espíritu del kami ocupe su lugar en el caballo.
Otras festividades protagonizadas por caballos forman parte del patrimonio cultural inmaterial de Japón. Es el caso del Soma Nomaoi, una ceremonia de reunión de caballos salvajes que se celebra en la región de Soma, reconocida como patrimonio nacional inmaterial desde 1978.
La industria moderna de las carreras de caballos en Japón
La industria hípica moderna en Japón despegó en 1862, cuando residentes extranjeros organizaron las primeras carreras de caballos en Yokohama. Desde entonces, las carreras de caballos se han hecho muy populares en el archipiélago.
La Asociación Japonesa de Carreras(JRA), creada en 1954, desempeña un papel central en la organización y regulación de las carreras profesionales en Japón. A lo largo de las décadas, el país se ha convertido en una nación de categoría 1 en el deporte ecuestre, organizando carreras internacionales al más alto nivel.
El éxito de los caballos japoneses en las grandes competiciones internacionales ha propulsado a Japón hasta el 3er puesto en la clasificación mundial de purasangres. Este éxito se debe en gran medida a la cría de calidad que se practica en Japón, donde casi el 90% de los caballos de competición proceden de yeguadas situadas en la isla de Hokkaido.
La carrera más prestigiosa del país es la Copa de Japón, inaugurada en 1981 y que se celebra cada noviembre en el hipódromo de Tokio, en la localidad de Fuchu. Este hipódromo, con capacidad para 223.000 espectadores, alberga también un museo de carreras de caballos desde 1991.
Además de las carreras profesionales, en todo el archipiélago se celebran regularmente carreras de caballos para aficionados (kusakeiba), que reúnen a miembros de clubes hípicos de todas las regiones y de todas las edades, desde niños hasta ancianos.
Razas de caballos japoneses
Japón tiene varias razas de caballos autóctonas, aunque desgraciadamente algunas están en peligro de extinción. Entre ellas están
- El Kiso: raza de ponis que miden menos de 1,30 m a la cruz, generalmente de color bayo. La FAO considera que esta raza está en peligro desde 2007.
- Misaki: poni de la prefectura de Miyazaki, que mide entre 1,30 m y 1,35 m.
- Caballo ban'ei: raza popular de caballo de tiro utilizada en las carreras ban'ei. Estos caballos se cruzan con razas como el Percherón, el Trait Breton y el Trait Belge.
- Hokkaido washu o Dosanko: raza de poni de la isla de Hokkaido, descendiente del Nambu, famoso caballo de guerra japonés.
- Miyako: raza de poni originaria de la isla de Miyako, cuyo tamaño ha evolucionado con el tiempo mediante cruces con razas europeas y americanas.
- Taishuh: poni originario de las islas Tsushima, en la prefectura de Nagasaki, lamentablemente en declive.
- Yonaguni: raza de poni del suroeste de Japón, considerada en peligro de extinción y objeto de medidas de protección.
Estas razas locales están ahora amenazadas por la democratización de las carreras de caballos, que fomenta la cría de razas extranjeras más rápidas, como los pura sangre árabes y los pura sangre ingleses.
El caballo en la artesanía japonesa
Los caballos desempeñan un papel importante en las artes y artesanías japonesas, reflejando su estatus cultural y espiritual. Se pueden encontrar representaciones de caballos en diversas formas de expresión artística, desde la pintura y la escultura hasta los objetos rituales.
En la estatuaria budista de Japón, el caballo se representa a menudo como montura de deidades o figuras importantes. Los ema, placas votivas de madera, incluían inicialmente representaciones de caballos antes de ampliarse a otros temas.
El arte del ukiyo-e, los grabados japoneses, incluye muchas obras en las que aparecen caballos, ya sea en escenas de batallas, representaciones de la vida cotidiana o retratos de personajes famosos. Artistas como Katsushika Hokusai crearon obras memorables con caballos, como en su serie "Las 36 vistas del monte Fuji".
En la artesanía, los netsuke -pequeños objetos tallados que se utilizan para sujetar objetos al cinturón de un kimono- adoptan a veces la forma de caballos. Estas miniaturas atestiguan la habilidad de los artesanos japoneses y la importancia cultural del caballo.
Por último, los haniwa, estatuillas funerarias de terracota del periodo Kofun (250-538), incluyen a menudo representaciones de caballos. Estas antiguas obras dan testimonio de la importancia del caballo en la sociedad japonesa desde los primeros siglos d.C.
El caballo sigue inspirando a los artistas y artesanos japoneses, perpetuando una tradición milenaria que refleja el lugar único del animal en la cultura japonesa. Desde los festivales tradicionales hasta los deportes japoneses, el caballo sigue siendo un poderoso símbolo del patrimonio cultural de Japón.