Los orígenes del hanami 花見の歴史
Cerezos en Japón, toda una historia...
Hanami es una costumbre que se remonta a la antigüedad. Una mirada retrospectiva a la historia de un fenómeno cultural emblemático japonés.
La costumbre de hacer un picnic bajo los cerezos en flor, llamada hanami en japonés, es muy antigua y estaría ligada a deidades sintoístas y ritos agrarios.
El hito de los dioses
En la antigüedad, los campesinos japoneses creían que en primavera los dioses de los campos se asentaban en los cerezos en flor salpicaban las laderas de las montañas. Por esa razón establecieron un día de descanso para poder honrar y rezar a los dioses de los campos bajo los cerezos para que llegara una buena cosecha. De acuerdo con los ritos sintoístas, los campesinos les llevaban comida y bebida que compartían con los kami (deidades), sentados al pie de los cerezos en flor... La floración de los cerezos era también una fecha importante que anunciaba el comienzo de los trabajos en los campos.
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El primer hanami imperial
De la era Heian (794-1191), los nobles, que hasta entonces, como atestiguan muchos poemas de la época, parecían preferir las flores de ciruelo, comenzaron a admirar las flores de cerezo. Se dice que el emperador Saga celebró el primer hanami en 812, en el jardín Shinsen-en de Kioto. Se dice que el emperador y su corte escribieron poemas alabando la belleza de los cerezos en flor. Plantaron cerezos alrededor de sus propiedades y en las colinas circundantes. El cerezo se convirtió así en un símbolo del poder imperial. Entre los aristócratas, el hanami se convirtió en una gran fiesta acompañada de música, canciones, buena comida y sake.
Grandes celebraciones
Más tarde, fue el turno de los samuráis y shōgun de propagar esta costumbre. Estos últimos tenían jardines sembrados de cerezos y celebraban fiestas cuando florecían. El shogun Minamoto no Yoritomo, fundador del shogunato de Kamakura, instituyó la "Corte de los cerezos en flor". El famoso daimyō Toyotomi Hideyoshi organizó una fiesta en marzo de 1598 en el templo Daigo de Kioto que ha quedado registrada en los anales. Se habían transportado 700 cerezos en flor desde varias partes de Japón para replantarlos alrededor del templo. En la era Edo (1603-1868), los daimyō organizaban banquetes en sus jardines para que sus distinguidos invitados pudieran admirar los cerezos en flor.
La democratización del hanami
Más tarde, los ricos comerciantes hicieron lo mismo. Fue el shōgun Tokugawa Yoshimune quien mandó plantar cerezos en Tokio a orillas del río Sumida y alrededor del templo Sensô-ji a principios del siglo XVIII. No fue hasta más adelante cuando al pueblo se le permitió celebrar bajo los árboles en flor, aunque tuvieron que esperar hasta el final del período Edo para poder festejar bajo los cerezos en flor por la noche.
Hanami en la actualidad
Hoy en día, no hay ciudad japonesa sin su paseo o su parque de cerezos en flor. Todo el país espera la floración impacientemente, que es seguida de cerca por la agencia meteorológica japonesa. El hanami es también, y sobre todo, un pretexto para celebrar. Cuando llega el momento, la gente se reúne con la familia, los amigos o los colegas para comer y beber.
Belleza efímera, evanescencia: en Japón no faltan palabras para evocar la sakura. La flor del cerezo simboliza la vida en la tierra: hermosa, frágil pero fugaz, de ahí la importancia que los japoneses le otorgan desde hace siglos.
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