La deidad Inari en el sintoísmo
Inari, la deidad sintoísta del arroz, la fertilidad y la prosperidad, ocupa un lugar central en la espiritualidad japonesa. Venerada desde hace más de 1.300 años, esta compleja y polimorfa divinidad fascina por su capacidad para encarnar múltiples aspectos. Desde los arrozales hasta los santuarios urbanos, pasando por los zorros mensajeros, Inari vela por Japón y su pueblo. Descubre los orígenes, las representaciones y la considerable influencia de esta importante figura del panteón sintoísta.
Orígenes y desarrollo del culto a Inari
El culto a Inari se remonta al menos al siglo VIII d.C. Según la leyenda, la primera manifestación de Inari tuvo lugar en el monte Inari, cerca de Kioto, cuando un hombre llamado Hata no Irogu descubrió milagrosamente que en la montaña crecía arroz. Este mito fundacional ilustra el vínculo original entre Inari y el cultivo del arroz, alimento básico en Japón.
Alo largo de los siglos, el culto a Inari se ha ido enriqueciendo y haciendo cada vez más complejo. Inicialmente una deidad agraria vinculada a la fertilidad de los campos, el cometido de Inari se ha ampliado para abarcar otros ámbitos, como el comercio, la artesanía y la industria. Esta evolución refleja los cambios de la sociedad japonesa, que ha pasado de una economía esencialmente agrícola a otra más diversificada.
Un importante punto de inflexión en la difusión del culto a Inari fue su adopción por el famoso monje budista Kūkai en el siglo IX. Al convertir a Inari en la protectora del templo Tō-ji de Kioto, Kūkai contribuyó en gran medida a la popularización de esta divinidad más allá de su región de origen. Esta asociación entre sintoísmo y budismo ilustra el sincretismo religioso característico del Japón medieval.
Representaciones y simbolismo de Inari
Las representaciones de Inari son notablemente polimorfas, lo que refleja la complejidad de esta divinidad. A veces masculina, a veces femenina, Inari puede adoptar la apariencia de un anciano barbudo que carga sacos de arroz, de una bella joven o de una figura andrógina de rasgos indefinidos. Esta fluidez de representación hace que cada cual pueda forjarse su propia imagen de Inari.
El animal emblemático asociado a Inari es el zorro (kitsune), considerado como su mensajero y sirviente. Los santuarios dedicados a Inari suelen estar adornados con estatuas de zorros, a menudo en parejas. Estos zorros suelen llevar objetos simbólicos en la boca, como una llave (al granero de arroz), un pergamino (que representa el conocimiento) o una bola de cristal (que simboliza el alma).
El color bermellón también está estrechamente asociado a Inari. Los torii (pórticos) rojos que marcan la entrada a los santuarios Inari se han convertido en un símbolo icónico, especialmente famoso en el santuario Fushimi Inari de Kioto, con sus miles de torii formando túneles en la montaña.
Áreas de protección e influencia de Inari
Inari es ante todo la deidad tutelar de la agricultura, y más concretamente del cultivo del arroz. Como protectora de la cosecha, Inari vela por la fertilidad de los campos y garantiza la abundancia de alimentos. Esta función primordial explica la inmensa popularidad de Inari en el Japón tradicional, donde el cultivo del arroz era el centro de la economía y la sociedad.
Con el tiempo, la esfera de acción de Inari se amplió considerablemente. La deidad se convirtió en la patrona del comercio, la artesanía y la industria, simbolizando la prosperidad económica en general. Comerciantes, artesanos y empresarios invocan con frecuencia a Inari para el éxito de sus negocios.
Inari también está asociada a otros ámbitos como :
- La fertilidad y el parto
- El matrimonio y la armonía familiar
- Protección contra el fuego (de ahí su vínculo con los bomberos)
- Suerte y éxito en los negocios
- Sabiduría y conocimiento
Esta diversidad de atribuciones hace de Inari una deidad especialmente versátil, capaz de responder a las múltiples preocupaciones de los fieles.
Santuarios dedicados a Inari en Japón
Inari es una de las deidades más veneradas de Japón, con más de 30.000 santuarios dedicados a ella en todo el país. Esto representa alrededor de un tercio de todos los santuarios sintoístas de Japón, lo que atestigua la inmensa popularidad del culto.
El santuario principal y más famoso es el Fushimi Inari Taisha de Kioto. Fundado en 711, este vasto complejo se extiende a lo largo de las laderas del monte Inari y es famoso por sus miles de torii bermellones que forman túneles a lo largo de los senderos de la montaña. Es un importante lugar turístico y de peregrinación, especialmente popular en Nochevieja.
Otros santuarios Inari notables son:
- El complejo Toyokawa Inari, en la prefectura de Aichi, que combina elementos sintoístas y budistas
- Santuario Yūtoku Inari en la prefectura de Saga, uno de los tres santuarios Inari más grandes de Japón
- Santuario Takekoma Inari en Iwanuma, el segundo santuario Inari más antiguo del país
Estos santuarios, grandes y pequeños, salpican el paisaje japonés, desde las grandes ciudades hasta las zonas rurales, dando testimonio de la omnipresencia del culto a Inari.
El papel de los zorros en el culto a Inari
Los zorros (kitsune) desempeñan un papel central en el culto a Inari, pues se les considera sus mensajeros y servidores. En el folclore japonés, los kitsune son criaturas dotadas de poderes sobrenaturales, capaces de metamorfosearse en humanos y famosas por su inteligencia y astucia.
En el contexto del culto a Inari, los zorros se consideran entidades benévolas, protectoras de los fieles e intermediarias entre los humanos y la divinidad. Se cree que las estatuas de zorros, a menudo colocadas por parejas a la entrada de los santuarios, vigilan el lugar sagrado y ahuyentan a los malos espíritus.
La relación entre Inari y los zorros es tan estrecha que algunos devotos confunden a ambos, adorando directamente a los kitsune como manifestaciones de Inari. Esta asociación ha contribuido a enriquecer la mitología en torno a Inari, dando lugar a numerosas leyendas protagonizadas por zorros mágicos al servicio de la divinidad.
Prácticas y ofrendas asociadas al culto a Inari
El culto a Inari implica una serie de prácticas rituales y ofrendas específicas. Los fieles visitan los santuarios para rezar, pedir favores o expresar su gratitud a la deidad. Las plegarias a Inari suelen referirse a la prosperidad, el éxito en los negocios, una buena cosecha o la protección de la familia.
Las ofrendas tradicionales a Inari incluyen :
- Arroz, el alimento básico asociado a Inari
- Sake, bebida fermentada a base de arroz
- Aburaage (tofu frito), considerado el alimento favorito de los zorros
- Inari-zushi, sushi envuelto en aburaage
Se supone que estas ofrendas complacen a Inari y a sus zorros mensajeros, animando a la deidad a conceder los deseos de los fieles.
Una práctica común es donar torii en miniatura o estatuas de zorros a los santuarios. Las empresas y los particulares suelen donar grandes torii, que luego se erigen dentro de los muros del santuario, creando los famosos túneles de puertas bermellón.
La importancia de Inari en la cultura japonesa contemporánea
Aunque la sociedad japonesa se ha secularizado en gran medida, Inari sigue desempeñando un papel importante en la cultura y la espiritualidad contemporáneas. Los santuarios Inari siguen siendo muy populares, sobre todo durante celebraciones tradicionales como la Nochevieja y Les matsuri, festivales locales japoneses.
En el mundo de los negocios, muchas empresas mantienen altares dedicados a Inari en sus instalaciones, continuando la tradición de buscar la bendición de la deidad para la prosperidad empresarial. Algunas grandes empresas japonesas, como el gigante de la cosmética Shiseido, incluso tienen a Inari como deidad tutelar oficial.
La imaginería asociada a Inari, sobre todo los zorros y los torii bermellón, se ha convertido en un icono de la cultura visual japonesa. Se puede encontrar en el arte, la literatura, el manga y el anime, contribuyendo a mantener la presencia de Inari en el imaginario colectivo.
Por último, los santuarios de Inari, en particular el famoso Fushimi Inari Taisha, se han convertido en importantes atracciones turísticas, atrayendo a visitantes de todo el mundo fascinados por la belleza de los lugares y la rica historia del culto. Este interés internacional contribuye a la conservación y mejora de este patrimonio cultural y espiritual único.
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